domingo, 11 de septiembre de 2011

Fuck(simil) 19 - Escribe: Manco Cretino

El empequeñecido jefe baja velozmente para abrir la puerta de su nuevo superior. -Este es su hábitat, si me permite así decirlo -informa, inclinando la cabeza, algo tembloroso. Y encaminándose con paso firme hacia la entrada se dirige al más grande de los mamuts que sirven como seguridad:
- Golpeame justo acá con todas tus fuerzas -le indica colocando el índice en el pómulo derecho, ante la sorpresa de Emilio.
El inmenso sujeto acata la orden al pie de la letra y vuelve a su pasiva posición, suspirando. El pobre tipejo yace desparramado en el piso de primerísima clase que graciosamente contrasta con las gotas de sangre.
-... p... per... fecto -exclama apenas, en tanto se levanta y tambalea hacia el supremo. -Esto... fue real, sabe. No es necesario ensucie sus manos: para todo lo que se le ocurra siempre habrá alguien que se complacerá en hacerlo por Ud., Excelencia. Y ahora si no dispone lo contrario vamos a subir al vigésimo, donde lo espera el Concejo para decidir qué hacer ahora que se produjo el quiebre -culmina el jefe invitándolo a ingresar al grandioso edificio.
Emilio no atina a preguntar a qué quiebre se refiere. Solo procede a sacar un pañuelo de su pantalón para que se limpie el pómulo sangrante ese desgraciado e ingresa por la puerta mecánica al gigantesco hall.
Su corazón ruge.
De repente lo que estuvo haciendo estos últimos años ha perdido sentido. ¿Alguna vez lo tuvo? Parecen tan insignificantes aquellos faxes que enviaba a un número desconocido, donde solo pasaba una especie de código de letras y números que sabe Dios qué carajo significaban. Solo entiende que por esos tiempos periódicamente recibía un generoso pago... y ahora solo recibe títulos y jerarquía (intercalando algún sopapo de vez en cuando).

martes, 28 de junio de 2011

Fuck(simil) 18 - Escribe: El Titán

—¿Excelencia? —preguntó sorprendido pero para nada honrado.

—Sí, su santidad. Y conste que todo fue una gran prueba, el disparo, la golpiza, las putas, el ácido e incluso el viejo. Necesitábamos saber si usted podría aguantar los embates de la vida, la calle, el frío de la existencia. Ahora el mundo será suyo y después, uno a uno los cielos irán cayendo, rendidos ante su presencia, oh poderoso señor.

Emilio se sabe importante pero algo le huele mal. De pronto, estos huraños buenos muchachos (la película de Scorsese se le viene a la mente de forma violenta), que lo habían arrastrado a la vergüenza de una pelea perdida, que lo habían obligado a saborear su propia sangre, ahora lo levantan como a un dios, le limpian las heridas, le dan plata para que se tome un taxi (el jefe lo acompaña), lo hacen ir al centro, a un edificio de cristal como el templo de una corporación.

¿Sería irresponsable abusar de este nuevo poder? ¿O mejor sería esperar, ver qué pasa, congeniar más con esta gente extraña pero violenta? —y por ende necesaria—.

El taxi rápidamente deja el puerto como un mal recuerdo. El jefe está sentado a su lado y lo mira con admiración. No se atreve a hablar. No sabe qué hacer en realidad, es nuevo en este negocio de ser ídolo, numen, deidad de carne.

—¿Problemas, maese? —pregunta el jefe.

Silencio.

Y se decide:

—No, solo estoy pensando la manera de cagarte bien a trompadas por todo lo que me hiciste sin la necesidad de usar mis manos…

Silencio.

Y el taxi que ya rasguña el empedrado del centro…

miércoles, 6 de abril de 2011

domingo, 27 de marzo de 2011

Fuck(simil) 17 - Escribe: Manco Cretino

¿Miedo a qué? Todo es muy confuso por estos tiempos.
Entiende sí, que esa sensación de alerta y angustia es diferente dentro que fuera de la pocilga del viejo. En el interior tiene un sabor seco y ácido; en cambio por aquí ya presagia el gustito salado y a clavo oxidado (¿a sangre?).
Algunas cosas va comprendiendo ultimamente y una de ellas es lo totalmente inútil que es escapar al trayecto de las etapas hacia donde sea que debe ir; ya no tiene demasiado claro cual es su destino "por culpa del viejo choto de Balbino" (mastica Emilio al encaminarse hacia los Buenos Muchachos).
-Se les saluda, Huraños Buenos Muchachos -arranca sin entender qué lo lleva a denominarlos así.
-Tenga Usted buenas..., Señorito -responde el que parece ser el líder de los cinco contundentes hombres, un tipejo algo más bajo pero de contextura importante- Sabrá Usted qué nos trae por estos andurriales.
-¿...? La verdad que... -intenta hablar.
¡STROK! fue la inmediata respuesta que recibió en la mejilla izquierda el desgraciado Emilio. Ahora está más inconsciente que antes, arruinado en el empedrado portuario y viendo apenas con el ojo derecho.
-Sabe Usted que no podemos pasar por alto el Sumo Ritual de Iniciación que requiere su Celeste  Categoría actual -disparó el líder Huraño.
Apenas puede suspirar el joven iniciado.
Cierra lentamente su ojo, atravesado por furiosos colores y candentes luces que se mezclan con un sinfín de sentimientos extraños, para justamente alcanzar a ver como se aproximan los cinco gorilas aparentemente encargados de dar la bienvenida a un nuevo estado.
"¿Cuál mierda es ese estado? ¿Qué carajo pasó con Balbino, el viejo Oráculo? ¿Ya 'ascendió'? Me toca a mí pasar por la ascensión, entonces..." son las inmensas incógnitas y la diminuta certeza que roen su cerebro, en tanto el exterior es molido a golpes de puño y patadas con suela de caucho duro, taco y punta de acero.
"¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Ya se fueron? ¿Todavía estoy vivo???"; el afiebrado cerebro de Emilio aun conserva algo de cordura.
Apenas abre los ojos y tras una espesa película azulina, desde lo más bajo de la calle alcanza a reconocer la silueta del jefe de los Buenos Muchachos que se pone en cuclillas a su lado y dice:
-Bienvenido, Excelencia.

viernes, 11 de marzo de 2011

Fuck(simil) 16 - Escribe: El Titán

La droga era muy buena, muy potente, muy capacitada para borrar al mundo y a sus complicadas reglas. Y cuando volvió en si, otra vez el puerto sucio, la casilla, el mate y la pava (¿sería posible que el viejo fuera un ser etéreo de verdad, o acaso lo había drogado con el verde de la infusión o con el sahumerio que gritaba humo blanco en la otra habitación?); todo, todo tal cual lo había dejado, ni una imperfección de más, ni un error de menos. Lo que faltaba, eso si, era el viejo, un detalle no menor. El muy turro lo drogó, abusó de su confianza y, vaya a saber por qué, lo dejó solo como un boludo.
La casilla comenzó a pesar, con el peso de varias atmósferas, con el ardor de la asfixia. Debe ser el efecto que le sigue al después del narcótico, pensó y el miedo —ese miedo a perderse, ese temor bien lógico de extraviarse en el Parque Chas de la irrealidad, en esas calles donde el caos todavía pinta el asfalto— se apoderó de su cuerpo. Atinó a correr, antes de que las piernas lo abandonasen. Salió como una bala de cañón al hedor del puerto. Afuera, sin embargo, lo esperaban unos sujetos. El miedo explotó como un Big-Bang: eran los Buenos Muchachos, la barra brava de Deportivo Cronópolis, y, como es de esperar, tenían deudas pendientes con él…

martes, 8 de marzo de 2011

Finales Sin Cuento: "Euforia"

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Bailando solo en medio de aquel monte, descubrí que en algún momento, el sol llega hasta el más oscuro de los rincones. Reapareció para alejar las sombras del domingo… y me sentí usado.

domingo, 27 de febrero de 2011

Finales Sin Cuento: "Elemento"

...
Siglos más tarde volvió al refugio.
Con un primer vistazo encontró los ladrillos superados por la humedad, unidos apenas por un poco de cemento y arena de pozo en otra Era (alguna vez con Todo el Tiempo del Mundo llegó a contarlos, en su autoencierro).
El único testigo y amigo aun abrazado a esa pared: añoso espejo confidente; uno de los pocos componentes que ayudaron a preservar la cordura del desterrado.