-¿Voy a ascender? ¿Podré jugar al truco con el Jefe?-preguntó, excitado, como un chico alegre.
-Puede ser. Uno nunca sabe que pasa en estos casos. Ni los dioses de
Y la pieza continuó deformándose. Y las paredes y el suelo se hicieron música, música minimalista, galopante, ruidosa y, por momentos, dulce, exquisita, como queriendo engañar a los sentidos, como queriendo vender algo ambiguo (los dioses son obreros del marketing).
-¿Cuánto dura el proceso?
-Calla hijo, por las barbas del quetejeidí, calla…
Y el proceso continuó y fue demencial. Hasta que en un momento, todo se calmó. Se hizo la nada, la nada misma, sin nada, sin algo, solo nada y los dos seres del mundo de las formas que todavía podían usar la lengua y transformar los sucesos en sonidos simbólicos hablaron.
-¿Y esto?-dijo Emilio, asustado.
-Dejame de romper las pelotas, nene, que se yo, que mierda voy a saber si yo soy adicto a las formas y a las rugosidades y mirá donde vengo a terminar, hijo de una gran puta…
4 comentarios:
hagame el favor, don manco, de ilustrarlo como siempre...
Disculpe,amiguete. No me he lucido con la ilustración, es que no estoy en mi madriguera por fuerza mayor, asì que "robè" más que de costumbre (lo cual no es poco).
Le juro que ha dejado un par de puntas muy buenas para continuar, que me han disparado hacia una idea (con todo lo que eso vale!!!). En este caso, más vale su palanca... es decir, este capìtulo, aunque luego yo la cague, mierda.
Despues tendremos que charlar...tengo algo para proponerle...
Chicos, chicos, mantengan las apariencias que esta es una revista 'seria'
Saludos
J.
Publicar un comentario